Toda la vida peleando por abrirme un hueco a nivel laboral, primero estudiando, luego trabajando, en lo que fuera, en donde me cogieran. Sigo luchando a día de hoy, estudiando y trabajando, formándome sin parar, trabajando de sol a sol, festivos, en vacaciones, cuando nadie está disponible, todo ésto para dedicarme a algo, o mejor dicho para llegar a ser algo o alguien, que ni yo mismo a día de hoy tengo muy claro
Todavía, a pesar de todo, no he llegado a consolidarme, no he llegado a ser lo que quiero ser, y se me intuye que será una lucha diaria para toda la vida, como el que lucha contra una enfermedad crónica. Dando pasos, a veces tumbos, de aquí para allá, mejorando conforme camino, aprendiendo cada lección, de cada persona, de cada experiencia. Con humildad y alegría el camino se hace más entretenido, aunque a veces este camino se haga eterno y parezca que nunca se llega al final.
Al final me doy cuenta de que no se trata de luchar si no de fluir, de aceptar e ir disfrutando el proceso de evolucionar. Como el que disfruta de construir un castillo de naipes, va viendo cómo se van consolidando sus plantas, paso a paso, primero las de abajo, luego subiendo y cada vez hay menos. Como la satisfacción de otra planta construida, me da fuerza para emprender la siguiente, y al mismo tiempo siendo consciente de lo que me aporta esta construcción, lo que me ha costado llegar aqui.
Es una lucha, ésta del ser, que tiene mucho que ver con la figura del padre. Ser para ser vistos por él, hacer para que papá me reconozca
Qué difícil es llegar a la cima, y sentarse mirando al horizonte, disfrutando de las vistas, de lo hecho, de lo conseguido, y seguir haciendo ya desde el sitio donde quiero ser, dónde quiero hacer lo que quiero hacer.
- Categoría:
- Noticias
- Fecha publicación:
- 27/12/2021